Tamara Tenenbaum y Luciana Peker presentaron sus libros "El fin del amor" y "La Revolución de las Hijas" este verano en la ciudad. En tiempos de cambios, pasan por el tamiz del feminismo los vínculos sociales, el amor, el deseo y el impacto que el machismo también tiene en los varones.
La filósofa Tamara Tenenbaum y la periodista Luciana Peker se acomodan en la mesa de un café del macrocentro de la ciudad. Es febrero, están por presentar sus libros en el marco del Ciclo Planeta y, en los medios, el caso por el asesinato de Fernando Báez Sosa mantiene conmocionado al país. El número de femicidios escala de manera constante, pero aún no había llegado al escalofriante número 69 que llevó, en los últimos días, a movilizaciones masivas en la ciudad y en diferentes puntos del país.
Así y todo, el recrudecimiento de la violencia machista es eje central de la charla que mantienen con LA CAPITAL. El deseo, el rol de los varones en la lucha por la igualdad y el amor también aparecen en escena como temas a ser repensados. Una y otra vez. Una y otra vez.
Con “El fin del amor – Querer y coger”, Tenenbaum desarrolla, desde su propia historia, qué sucede cuando los postulados del amor romántico entran en crisis y de sus cenizas sale un amor nuevo, quizás mejor, quizás más libre, donde hombres y mujeres buscan nuevas maneras de vincularse.
Por su parte, en “La revolución de las hijas”, Peker apuesta a un feminismo de la transformación de la mano de una juventud que si bien “revaloriza” a las adultas, se volvió protagonista al levantar banderas contra el machismo, la imposición de la maternidad, el abuso sexual y una lista que aún no tiene fin.
De un lado, la relación de pareja o parejas; del otro, el vínculo con las hijas y la posibilidad de un aprendizaje no verticalista, ¿el cambio social empieza por el reflexionar, primero, los modos de vinculación personal?
“El modo en el que los afectos se organizan están vinculados a otras cosas que suceden en la sociedad. Hay una ficción que es pensar que nuestras vidas cotidianas no son afectadas con estructuras más grandes”, explica Tenenbaum, que asegura trabajar con “pensadores del giro afectivo” que enfocan sus estudios en cómo las relaciones sociales afectan la estructura de una cultura.
Por su parte, Peker opina: “Mi hija me emociona, me interpela y por supuesto que no es una relación lineal, pero sí creo que hay algo muy hermoso y es que las hijas no son subordinadas”, señala Peker.
Y agrega: “Creo que lo que vivimos es también una revolución vincular y esto tiene que ver desde el amor. También una revolución generacional donde las pibas impulsan y magnifican consignas que veníamos trayendo desde hace mucho. El vínculo entre madres e hijas se resignifica para bien. Y para bien no es sin conflicto, es también aprender de ellas”.
El deseo
En sus libros, ambas escritoras abordan la idea del deseo y los desafíos que implicó el reconocimiento de la mujer como sujeto deseante.
“Creo que el feminismo del goce es una bandera y ahora esta revolución feminista es una revolución del deseo o que le saca la potestad del deseo a los varones”, señaló Peker, al tiempo que reconoció que existen sectores de la sociedad que pueden “no soportar” esta situación.
Aunque agregó: “Eso no quita la interpelación que podemos hacernos a nosotras sobre qué nos pasa cuando alguien no desea como nosotras. A veces el liberalismo es todo edonismo y queremos todo lo que deseamos y a veces nos la tenemos que bancar. El desencuentro y la fricción forman parte del encuentro”.
Para Tenenbaum, en tanto, la cuestión del deseo es para ella “angustiante”. “Sobre todo el deseo de los otros. Es una frustración que nos pasa a todos: por qué no me llama cuando yo quiero que me llame, porque no me quiere cuando yo quiera que me quiera. Es terrible, la vida como sujeto deseante”, señala.
“Escribo sobre el deseo para entender qué me pasa con eso y cómo la opresión de género se vincula con todas estas preguntas que tengo. Por supuesto que el deseo del otro es un infierno pero cada uno se enfrenta con esa otredad de diferente maneras. Hay que desarmar los modos de lidiar con esa otredad. Hay formas menos violentas y masoquistas de lidiar con esos infiernos”, agregó.
El hombre en el feminismo
¿El feminismo es con los varones adentro? “Por supuesto. Es verdad que circulan discursos más expulsivos que otros, como en todas partes, y como muchos otros discursos. Por ejemplo, me parece lo que nos mostró el caso de los rugbiers, que a mí me conmovió particularmente, es que el feminismo no solo es con “todos”, sino que es una perspectiva transversal. No es algo que se trata solo de problemas de violencia de género”, señaló Tenenbaum. Y agregó: “El feminismo es también una clave intelectual para repensar vínculos políticos, éticos, comunidades políticas, y para repensar crímenes como el de Fernando, que es también un crimen de clase y no se habló lo suficiente de eso. Me parece que el feminismo es una clave para pensar todas las vulnerabilidades y violencias”.
En la misma línea, Peker señaló: “Creo en un feminismo con los varones adentro. Hipertajante contra la violencia de género y el abuso sexual. Para nada concesivo, sino interpelando el cambio. Creo en los que quieren cambiar e interpelarse. Los varones, sobre todo los pibes, son víctimas de muchos factores sociales. El machismo mata a los varones”, indicó. Y agregó que el caso de Fernando Báez Sosa reflejó “una masculinidad feroz que habla de un recreducimiento de la violencia, el machismo y que los varones cada vez más deben demostrar que son machos sin parar”.